La ansiedad es una reacción natural del cuerpo ante situaciones de estrés, peligro o incertidumbre. Es normal sentir ansiedad y puede sentirse como nerviosismos, preocupaciones o miedos ante cosas que vayan a acontecer en el futuro. El problema surge cuando la ansiedad se vuelve abrumadora o dura mucho tiempo, en estos casos llega a interferir de forma significativa a en la vida diaria.
Los síntomas típicos de la ansiedad pueden variar de una persona a otra, pero generalmente incluyen:
1. Preocupación excesiva: Sentir una preocupación intensa y persistente sobre el futuro, incluso cuando no hay una amenaza real.
2. Síntomas físicos: Suelen aparecer síntomas físicos como rigidez muscular, sudoración excesiva, palpitaciones, temblores, problemas para respirar, dolores de cabeza o todo tipo de molestias gastrointestinales.
3. Inquietud o irritabilidad: Sentirse inquieto, tenso o irritable la mayor parte del tiempo.
4. Dificultad para concentrarse: Debido al estado permanente de alerta se hace muy difícil ser capaz de concentrarse y mantener la atención en las diferentes tareas.
5. Problemas para conciliar el sueño: Es frecuente experimentar dificultades para conciliar el sueño o para mantenerlo, debido a los pensamientos intrusivos.
6. Evitación de situaciones: Cuando sentiremos ansiedad tendemos a evitar situaciones o actividades que la desencadenen. Esto no ayuda a resolver el problema y, además, limita nuestras experiencias y vivencias.
7. Síntomas cognitivos: Aparecen pensamientos catastróficos sobre el futuro, miedos irracionales o preocupaciones desmedidas sobre posibles peligros.
Es importante tener presente que la ansiedad puede afecta a cualquier persona, independientemente de su edad o su nivel socioeconómico. Pero también hay una solución. Si estás experimentando síntomas de ansiedad que interfieren con tu vida, has de saber que un profesional de la salud mental puede ayudarte. Nuestros psicólogos están aquí para ofrecerte apoyo y herramientas para manejar la ansiedad y volver a tener el control de tu propia vida.
Para disminuir la ansiedad en el día a día es útil llevar una alimentación saludable, disminuyendo el consumo de alcohol y tabaco, realizar ejercicio físico de manera continuada y tener una rutina de sueño adecuada.
Además podemos aprender a poner límites, a relativizar nuestros pensamientos a través de la reestructuración cognitiva, aprender técnicas de respiración, de relajación, practicar meditación y visualizaciones guiadas.
La mayoría de estas técnicas requieren de práctica continuada para aprender manejar la técnica y terminar por automatizarla.
La ansiedad tiene un origen multicausal, hay una predisposición genética de base, pero también influyen las experiencias desagradables que hayamos vivido, las situaciones de estrés crónico, los patrones de apego con nuestros cuidadores principales, cambios vitales (desempleo, divorcio, mudanzas…)
Según el DMS V hay trastornos mentales en cuya base están procesos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico, de ansiedad social, de ansiedad por separación, agorafobia, trastorno de ansiedad selectiva, ansiedad inducido por sustancias, ansiedad debido a una afección médica.
Éstos trastornos implican niveles de preocupación, miedo o ansiedad persistentes y desproporcionados que influyen en el funcionamiento diario de la persona a nivel personal, familiar, social o laboral.
Existen varias técnicas de relajación que nos ayudan a disminuir la ansiedad. Entre ellas encontramos las técnicas de respiración, la relajación muscular progresiva, Mindfulness y visualizaciones guiadas.
Para la persona que sufre ansiedad es muy importante sentirse apoyado. Algunas formas de hacerlo es a través de la escucha activa, reconocer y validar sus sentimientos, trasmitir empatía y comprensión, animar a buscar ayuda profesional, promover un estilo de vida saludable, evitar la sobreprotección (el ha de asumir el control de su situación) y mostrarse disponible sin presionar.
Un ataque de ansiedad, también llamado ataque de pánico, es una experiencia repentina de miedo o malestar extremo, el pico se alcanza en un período rápido de tiempo. Durante el ataque la persona experimenta síntomas físicos como pueden ser palpitaciones, problemas para respirar, sudoración, temblor, mareos, sensación de irrealidad o pérdida de control. Los ataques de ansiedad se suelen dar de manera inesperada, lo que les vuelve aún más aterradores para la persona que lo padece. Durante el ataque de ansiedad es importante tener claro que, por muy desagradable que sea, sólo es ansiedad y que no va a durar siempre.
Terapias como la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), el EMDR o el Mindfulness han demostrado ser eficaces para trabajar la ansiedad.
Para superar la ansiedad social el primer paso es entenderla, cómo funciona la ansiedad social, cuales son los desencadenantes, cómo son las emociones que aparecen, los pensamientos que se generan en tu mente y qué cosas de las que hacen ayudan a manejar la ansiedad y cuales no.
Un paso importante es exponerse a las situaciones temidas, de una manera gradual, para ayudarte puedes aprender técnicas de relajación, aprender a cuestionar los pensamientos negativos, mejorar las habilidades sociales, buscar apoyo y fomentar un estilo de vida saludable.
Ambos pueden estar relacionados y es normal experimentar ambos a lo largo de la vida.
La ansiedad parte de una preocupación excesiva por un evento futuro que se percibe como amenazantes, esta amenaza puede ser real o no. Suele afectar a la vida diaria.
El estrés, por su parte, suele estar relacionado con situaciones específicas (cambios importantes, eventos traumáticos, presión laboral) y desaparece cuando desaparece el estresar. El estrés es una respuesta a un desafío, cuando se percibe una situación como desafiante, el cuerpo se activa, liberando cortisol y adrenalina, y produciendo cambios como aumento del ritmo cardíaco, de la presión arterial y de la respiración, con el fin de prepararnos para hacer frente a la amenaza.